Esta noticia me ha permitido conocer la metodología 'anti-tecnológica' empleada por dos colegios londinenses, aunque, seguramente, no serán los únicos. Según la tradicional visión de estas escuelas, los niños, si dejan de lado las TIC, tanto en casa como en el colegio, son más felices y aprenden a disfrutar de la naturaleza que les envuelve. Así, cuando alcanzan una edad más madura, cercana a los 12 años, estarán preparados para introducir el uso de la tecnología en clase y en casa. Pero, desde esta perspectiva, ¿qué pasa con el concepto de 'nativos digitales'? ¿aprende lo mismo una persona que usa, de forma adecuada, las tecnologías desde la infancia, que una persona que se adapta a ellas cuando alcanza cierta madurez? Si comparamos esta idea con el aprendizaje de un idioma, ¿se habla de la misma forma una lengua materna que una lengua incorporada de forma tardía?
Estas son algunas de las preguntas que me planteo al leer, sin ánimo de ofender, estas contradicciones sociales. ¿No sería más fácil y eficaz adaptar, de forma temprana, las nuevas tecnologías a nuestra vida diaria? Tal vez nuestro problema es la falta de normalización ante lo 'nuevo'. Creemos que todo lo 'nuevo' es malo o puede ser malo para nuestros hijos, e incluso para nosotros mismos. En este sentido, todavía empeoramos la situación si dejamos de lado estas herramientas en una institución tan importante como es la escuela. Nuestro futuro depende de nuestros niños y niñas. Nuestro futuro depende de las tecnologías. Sin duda, nuestro futuro depende de nuestras actuaciones en el presente.
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